Una canción inacabada
Manuel Jabois
El Mundo, 12 de marzo del 2014

Un día entré en el muro de Facebook de un amigo del que llevaba tiempo sin tener noticias y me encontré una actividad inusual. Allí estaba escribiendo todo el mundo como si fuera la página de Elvis Presley. En una concesión a los viejos tiempos pensé, con orgullo de barrio, que mi querido amigo la había liado la noche anterior. Y efectivamente: había muerto. Aquello que no me dio tiempo a leer -y menos mal que no escribí yo ninguna tontería nada nada más llegar- eran recuerdos, líneas de luto, canciones, fotos de los buenos tiempos y versos que le habían acompañado siempre; un memorial que emocionaba a quienes lo habíamos conocido.

Hace años el infógrafo Jaime Serra escribió en La Vanguardia que Facebook una vez le dio una orden: «Fernando Rubio. Retoma el contacto con él». Fernando Rubio había sido jefe de infografía de Abc y si Serra llevaba tiempo sin conectar con él era porque se había muerto. Pero Serra obedeció y retomó el contacto: «Estés donde estés, gracias nuevamente y para siempre, Fer».

Esto me ha venido a la cabeza cuando supe que una niña de 11 años, Iraila, se había muerto de cáncer. Iraila participó en un concurso de televisión, La Voz Kids, del que todavía quedan programas por emitir. Mediaset se ha dirigido a la familia para saber qué quiere hacer. La decisión es cruda: seguir viéndola semana a semana o dejar que muera también para la audiencia.

En las aldeas era tradición levantar el cuerpo de la caja para que los deudos se hiciesen una última foto con él, y en mi familia se conservan algunas de esas fotos que tienen, con el paso del tiempo, un aire entrañable. Cada vez hay mejores maneras de sobrevivir y más formas de sobrellevarlo. Siguen abiertos los muros de amigos fallecidos en accidentes o enfermedad, y cada poco pasa alguien a colgar una canción o una foto antigua, de cuando los veranos de Sanxenxo no se iban a acabar nunca. No es ya su vida sino la nuestra condicionada por su ausencia, así que es una manera de hacerla suya.

Yo continúo siguiendo en Twitter amigos muertos porque en el fondo, muy en el fondo, nunca se sabe. Dudo que la televisión pueda hacer el trabajo de emitir una vida en diferido: de mostrar en pantalla lo que no se podrá ver nunca en otro lado por unas semanas de distancia. Pero qué se hace ante una oferta así, cuando queda por emitir una parte de la vida de tu hija que no has visto.