La banalidad del recuerdo 
Jaime Serra 

En los albores del S.XXI los datos empezaron a ser recolectados, procesados y visualizados “con independencia del propio modo de pensar o de sentir”*. La practica totalidad del que hacer humano fue datificado. Política, economía, salud, educación, relaciones sociales, relaciones intimas, distancia: tendencia de voto, evolución de indicadores bursátiles, indicadores analíticos, nota de corte, ‘likes’, ‘matchs’. Cantidades ingentes de datos sobre todos nosotros pero sin nosotros: directos de nuestras terminales a los data center. Los datos masivos son todas las personas, por tanto no son ninguna. Ciertamente muchas de las unidades de medida no eran nuevas, pero antes, durante el siglo pasado, su recolección, especialmente, permanecía sometida a la tendenciosa intermediación humana. 

Fueron años donde se construyó la existencia de una nueva entidad: ‘La Gente’. Entidad cierta hecha de datos. Intangible que, por tanto, podía ser depositaria de fe.
Las verdades singulares perdieron todo valor, dejando paso a ‘La Verdad’, casi un sinónimo de ‘La Gente’. ‘La Verdad’ de ‘La Gente’ tomó el poder.

- Es el tiempo el tema esencial. Todos los demás habitan en él, importantes o insignificantes. El único capital del que disponemos son sus tres representaciones básicas ahora: pasado, presente y futuro.

- Toda cartografía son datos: latitud, altitud, kilómetros, humedad, densidad, ansiedad, solitud, placer, desdén, desplazamiento, vínculos. El tiempo es el territorio sobre el que cartografiamos nuestras vidas.

- Recordar es banal: ¡ya no tiene ninguna función! ¿Para que recordar? No hay nada que revisar: todo esta contabilizado. La existencia de un hoy, particular o colectivo, solo puede nacer de un ayer permeable, moldeable, revisable. Ahora, el hoy, es tal cual lo construimos ayer. Ahora, el futuro, lo construimos hoy: en cada ‘click’, en cada ‘GPS’, en cada ‘like’. Por tanto en un tiempo extremadamente breve podremos conocer el futuro en el presente. Y el presente será ayer. Un ayer concreto, preciso, incuestionable, incorregible que no se dejarán acomodar para la construcción de un hoy.”

- El pensamiento esta mudando de la palabra escrita a la palabra datificada. Es posible y deseable que en un futuro la palabra escrita desaparezca.

- En cuanto a la libertad. No es que los datos recorten nuestra libertad. La libertad no es datificable, podemos pues considerar que nunca ha existido. ‘La Gente’ ha decidido –sabiamente- prescindir de la libertad: ¿Qué valor tiene algo que no existe?

Prescindimos de la libertad y entregamos la intimidad, una carga tediosa de la que resulta sencillo liberarse: una vez expuesta deja de existir. Solo quienes se avergüenzan de si mismos se resisten a entregarla. Paradójicamente los personajes públicos, especialmente los pertenecientes a la vieja jerarquía política, pretenden intimidad. ‘La Gente’ es jubilosamente pública.

- Con la aparición de ‘La Gente’ el contrapoder carece de espacio de acción y el poder queda sometido a ‘La Verdad’





- Los clones humanos son hoy una realidad construida mediante código binario. Cada individuo dispone de un clon numérico. Creados sin nuestra intermediación, sin nuestras limitaciones físicas, biológicas y morales, nuestros clones nos muestran como realmente somos; no como creemos o quisiéramos ser.

Nuestro clon es nuestra realidad y nuestra fantasía. Es el ciberespacio un ambiente ideal para la fantasía. Observo a las personas en el autobús y parecen estar dentro de la norma, pero solo necesitan una conexión ‘wifi’. Y la fantasía también se almacena. Nunca como ahora se había tenido tan en cuenta el afortunado enfoque según el cual la fantasía forma parte de nuestra identidad.

- ¿No resulta maravilloso ver como estamos casi en contacto permanente con nosotros mismos?. En cualquier momento, en cualquier parte, solos o acompañados, veremos a la mayoría interactuando con su yo y participando simultáneamente de su construcción binaria. Pareciera casi un hecho milagroso. Este es, por fin, un mundo en el que vivir es colaborar.

- Que ridículas resultan ahora esas viejas sandeces del encuentro con uno desde una perspectiva espiritual. El encuentro con uno y la reconciliación existe y es intangible, ciertamente, pero es digital. Se podría decir que la espiritualidad es binaria (risas…).”

P. Escucharle se me contradice con la post-verdad…
R. La post-verdad es un invento político que surge con la desaparición de un actor del sigo pasado: el periodista. Afortunadamente el periodista se redujo al servicio de lo objetivable y desapareció, confundido, con la aparición de ‘La Gente’. Los políticos supieron ver esa oportunidad. Jamás las cosas fueron de un modo u otro, son como deseemos que sean. La ‘post verdad’ es, en resumen, la legitimización de este hecho natural. Una nueva ampliación del campo de batalla. Una oportunidad excelente. El pasado interpretable ya no existe. El futuro tampoco y el presente es de ‘La Gente’.

*Definición de ‘objetivo’. Primera acepción de la RAE. 















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