‘A un viejo amigo’
El Mundo, España
Mayo del 2019
Sí, el tabaco
es la peste. Y sin embargo, ahí siguen: físicamente acorralados, en contra de
toda legislación, del pensamiento social imperante, conscientes del daño físico
al que se someten, un número considerable de ciudadanos resiste. ¿Es sólo
adicción?
Para los
fumadores de mayor edad, que sin la información que hoy tienen los jóvenes
empezaron a fumar jugando a ser adultos, el primer beso sabe a tabaco. Para
muchos, el cigarrillo es el amigo leal que siempre estuvo ahí: cuando nació el
primer hijo, cuando perdieron el trabajo, cuando llegó el divorcio... Dejar de
fumar, sí, pero ¿y los actos que le acompañan?
El escritor
catalán Josep Pla solía decir que sus ‘Ideales’, los cigarrillos que fumaba
comercializados a medio liar, eran una herramienta para encontrar adjetivos,
¿qué habría sido de ‘El cuaderno gris’, su obra magna, sin el humo? Y todavía
hay fumadores por parejas que, después de hacerse el amor, encienden un
cigarrillo compartido. No es sencillo abandonar la significación de ese acto.
Solo fumar
En el ‘primer
mundo’, que lleva unos años de delantera hacia el abismo, cada vez más personas
abandonan el habito pernicioso y mueren solas. Solas eligen en el portal de
IKEA el mueble que ‘necesitan’. En su coche, solas, se desplazan hasta el
establecimiento, donde pagan, eficazmente atendidas por una máquina, en los
cajeros automatizados. Tan bien
diseñados estos muebles suecos que los puede montar una persona sola. En
las sociedades que cuidan celosamente de la salud y la soledad de todos, a
menudo el cigarrillo puede convertirse en el único compañero.
En algunos
lugares más ‘pobres’, más ‘subdesarrollados’, el humo puede ser de carne y
hueso: la amiga que te acompaña a decidir el mueble en una pequeña tienda que
no tiene portal web, el amigo que pone el coche para el traslado y, quizá, subir
tres tramos de escalera con el subdesarrollado mueble -que ya viene montado- a
cuestas. Para, quizá, al final, compartir una cerveza. Juntos.
Fumar mata
Pero con el
cigarrillo llega la muerte, sin duda. Paul Newman, uno de los más glamurosos
fumadores, murió de cáncer de pulmón a los 83 años. Un final similar padeció Mario Moreno. Siempre con un cigarrillo entre los labios
como su alter ego, ‘Cantinflas’. Murió a los 81, también de cáncer de pulmón.
El antes citado Josep Pla, no pasó de 84 años de fumador por causa de un paro
cardiorespiratorio. Todos ellos seguramente victimas del infame ‘amigo’.
Nunca lo
dejaron, no les dio tiempo. Como no se lo debió dar al inmenso José ‘Pepín’
Bello, fumador de diez cigarrillos diarios hasta que con 103 años murió ‘de
agotamiento’.
La despedida
Consciente de
que el tabaco puede hacer tanto daño como solo los amigos íntimos pueden,
decidí apartarme de el. Pero, leal, como siempre fue, quise corresponderle con
un viaje de despedida. Atravesamos
juntos los EE.IIU. por la mítica ruta 61, desde la frontera con Canadá hasta
Nueva Orleans. Ayudado por un GPS, dejaba constancia de cada ‘último’
cigarrillo encendido mediante una pequeña quemadura en un mapa. Al llegar al
Caribe nos despedimos en silencio.
Ya en casa,
calqué rojo sobre negro su retrato. (Nunca deje de fumar)