Entrevista
Lucía García
Universidad Rey Juan Carlos, Madrid
Marzo del 2020

¿Cómo se definiría en su campo profesional? He leído que a menudo se define como artista y periodista.
Es una buena pregunta. Ya que muchas veces se da por hecho que soy infografista, que es una manera en la que jamás me definiría. Es cierto que uso la infografía, pero eso es solo una cuestión técnica, lo importante es con que finalidad se utiliza. Ciertamente, pueden ser, entre otras, el periodismo o el arte. Tampoco me considero diseñador, que es otra profesión en la que a menudo se me encasilla. El trabajo del diseñador es muy importante en nuestras sociedades. Soluciona problemas de distinta índole, comunicativa, espacial, industrial. No es mi caso, yo no soluciono problemas, más bien los creo. Aunque este modo de verlo tiene que ver con mi actividad más reciente, que, de tener que enmarcarla y para entendernos, diría que se trata de arte. Como es una palabra que me suena decimonónica no suelo utilizarla. A veces digo -no sin cierta ironía- que soy prestidigitador gráfico. Hago trucos visuales. A algunas personas les resulta gracioso, ingenioso o curioso. A otros no les parece nada. En una vida anterior fui periodista, y lo disfruté muchísimo. Pero yo, ahora, soy otro, y el periodismo tal y como yo lo viví, cosa del siglo pasado. En resumen: diría que fui periodista, que actualmente soy artista y que en algún momento camine en el filo de ambos asuntos, siempre con la infografía de la mano.

¿Me podría hacer un breve resumen de su trayectoria profesional en el mundo de la infografía y el periodista?
Me había independizado con 18 años. No se muy bien como había llegado, logísticamente hablando, hasta los 25. Sin trabajo, vivía en un departamento de poco más de 20 metros cuadrados. Tenía una especie de colchón de espuma en el suelo, un televisor blanco y negro y un hornillo de gas. Lo único razonable era el equipo de música. Mi idea de lo que quería hacer en la vida era realmente vaga, salvo evitar, a toda costa, un trabajo, digámosle común, con sus horarios y sus rutinas. Mi mujer era muy amiga de la pareja del director de arte de El Periódico de Catalunya. Fue así como me enteré que buscaban un infografista. Yo no tenía ni idea del asunto, pero descubrí rápidamente que ellos tampoco. Así que conseguí el puesto ce trabajo. Creo que no pensaba en nada, aquel asunto no iba a durar demasiado. De hecho no duró demasiado: poco más de una década. Como fue breve, fue intenso: aprendí el oficio periodístico, contribuí a darle forma académica a la infografía, revisé, reformulé y tensé los límites de esos mismos parámetros que había contribuido a crear. Me mudé de país, me divorcié y construí una nueva relación de pareja con la que tuve mi primer hijo y me volví a separar. Mi trabajo para diario Clarín se había visto reconocido internacionalmente en forma de distinciones y ofertas de trabajo del New York Time y Time Magazine (que rechacé). Trabajé como consultor para muchos de los medios de referencia de América Latina. Deje Argentina y regresé a Barcelona con una idea muy vaga de lo que quería hacer con mi vida, salvo evitar, a toda costa, seguir haciendo lo mismo que en la década anterior. Estuve varios años viajando por América mientras trabajaba como Director de Arte en el diario Expreso de Ecuador, estudiaba la posibilidad de montar mi propio estudio en Buenos Aires y reformulaba totalmente el diario La República de Lima. También pasé unos meses en Madrid trabajando para la televisión, fue una experiencia muy frustrante. Regresé por segunda vez a Barcelona, aunque pasaba casi todo el tiempo en Italia asesorando a Corriere della Sera, Gazetta dello Sport y Il Sole24h. Tras una consultoría para La Vanguardia me ofrecieron materializar mis propuestas desde la redacción. La misma semana me ofrecieron la dirección de infografía del futuro –ahora pasado- diario Público de Madrid y un puesto de responsabilidad en National Geographic Magazine en Washington. Decidí quedarme en Barcelona. Trabajé para La Vanguardia una década entera. Profesionalmente, lo más destacable de ese periodo creo que fue mi extraña columna de opinión. Gracias a ese espacio vertical de experimentación encontré lo que quería hacer si dejaba el periodismo de redacción. El año 2017 deje La Vanguardia consciente de que mi vida profesional como periodista de mesa había terminado. Los últimos años he expuesto mi trabajo en diversos espacios de arte, y publicado regularmente los mismos trabajos expuestos, adaptados a un formato editorial, en diversos medios: El Mundo (Madrid), La Nación (Argentina), El Financiero (México) y O Globo (Brasil). Creo que la cosa ha sido algo así.


¿Cómo definiría infografía? 
La infografía es una herramienta de comunicación que utiliza dos lenguajes, la palabra y la imagen de forma combinada e indisoluble, de tal manera que un lenguaje no se entiende en ausencia del otro y que juntos tienen la capacidad de resultar mucho más precisos que cualquiera de los dos por separado.


¿Cree que media el arte para crearlas? Y por tanto, ¿dentro del periodismo podemos ver arte? 
Responder esta pregunta nos obligaría, primero, a definir que es arte. La cuestión, tal y como yo lo entiendo, es al revés: la infografía media para crear un posible arte. ¿Podemos ver arte en los medios? Extrañamente. ¿Puede el arte ser periodismo? Depende. En principio y de forma generalista diría que no. Al menos desde el modo en que entendemos hoy el periodismo.  Un modo que nos pide una mirada desde lo objetivable, una distancia entre narrador y narrado. En el arte tal cosa no es necesaria y, de hecho, es inevitable que sea autoreferencial, cuando no directamente autobiográfico. Al margen de distinciones entre dos mundos tan alejados, creo que deberíamos hacer un periodismo desde la primera persona, lo que equivale a decir más humano. De este modo la posibilidad artística en el periodismo sería mayor. Finalmente, no debemos olvidar algo fundamental desde las vanguardias: el rol del espectador en la definición de que es y que no es arte. De este modo periodistas genuinos como Frank Kappa o Weegee terminaron en los grandes museos. Estos casos responderían a la última pregunta ¿puede el periodismo visual devenir en arte? Si, sin duda. Como el periodismo escrito puede hacerlo en literatura.


¿Tiene referentes en el periodismo (preferiblemente infógrafos)?
En los inicios los tuve, sin duda. Niguel Holmes y John Grimwade, esencialmente. Pocos, por que era una profesión pequeña. Más adelante me quedé sin. Llegados a cierto punto, seguir aprendiendo significa innovar.

¿Cuál diría que son sus mejores infografías y por qué?
Más allá de los trabajos realizados por los departamentos que dirigía y que, en lógica, fueron hechos bajos mis criterios, los trabajos de mi autoría son deliberadamente escasos. Concibo mi trabajo como un conjunto, como un corpus de obra. De ahí que citar unos pocos trabajos me resulte imposible. Con todo hablaría de dos épocas con resultados aparentemente muy distintos: los años en diario Clarín, con trabajos que buscaban la innovación del fondo desde la forma, y el trabajo que vengo desarrollando en la última década, cada vez de forma mas definida. Trabajos que nacidos sin voluntad periodística encuentran difusión en los medios igual que en los espacios de arte, y en los que la forma esta sometida totalmente a un fondo alejado de la agenda periodística y que encuentra al individuo singularmente común desde la autocontemplación.


¿Han recibido algún premio sus obras? Cuénteme los más importantes.
He recibido numerosas distinciones de la SND, SPD, Malofiej, Laus. Llegados al centenar me di cuenta que eran baratos y dejé de contarlos. Hace unos años recibí el premio Graffica por el conjunto de mi trabajo y el año 2012 la SND-E me otorgó el dudoso título de ‘el infografísta más influyente del mundo durante el periodo 1992-2012’. Aunque más que discutible, este reconocimiento tiene especial valor para mi debido a que fue una elección hecha por cerca de 2.000 profesionales de todo el mundo.

¿Dónde ha expuesto sus obras? ¿Podremos ver alguna en los próximos meses?
Por nombrar algunos espacios: el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, el MIT Museum de Boston, Somerset House de Londres, ArtScience Museum de Singapur o Fundación Telefónica en diversos países de América Latina. En estos momentos estoy participando en dos exposiciones, Human en el Palacio Condestable de Pamplona y CommonKnowledge en el Museo de Arquitectura y Diseño de Liubliana, Eslovenia, una exposición que en unos meses viajará a Bremen, Alemania.


¿También imparte cursos? ¿Dónde los podemos encontrar?
Realizo talleres habitualmente en España y América latina, estoy condicionado con el mundo anglosajón pues no hablo el inglés. Generalmente son talleres organizados por universidades. También dicto masterclass en diversos grados y postgrados de diferentes facultades de diseño, periodismo o arte. El único curso que puedo decir que se puede encontrar es ‘Infografía creativa, entre arte y periodismo’ (un título sin duda desafortunado) que realicé, hace aproximadamente un año, para la plataforma online Domestika.

En la actualidad, con el COVID-19 
¿Cómo se adaptan los medios para garantizar la continuidad de su función? ¿Cómo viven los periodistas el confinamiento? 
No tengo ni idea. Ya no estoy en una redacción.

¿Cómo cree que están tratando los medios el tema del COVID-19  a través de los espacios digitales? 
No tengo ni idea. No siglo el tratamiento de los medios. No lo hago porque, salvo honrosas excepciones, el periodismo que se realiza en la actualidad es muy deficiente.